-EL SABIO DE NERVIÓN
- EL CIPOTE DE LUCAS
Me reencontré con Paco, un gorrilla alcohólico del barrio de
Nervión, tras el saludo inicial comenzó a detallarme cuánto dinero se había
sacado durante el día, y que en definitiva se lo iba a gastar todo en cervezas para
celebrar que había ganado “er Beti”, sin saber cómo, pasamos a hablar de lo
grande que la tenía el enano, (el enano era Paco, él mismo se denomina así,
enano), que si le media veintitantos, que era hereditario, a su padre le media
veintitantos más y a su tío Lucas unos cuantos más, (no voy a entrar en
detalles), emocionadamente siguió relatándome que su tío Lucas murió
realizando el acto sexual a los 64 años y que en resumidas cuentas su miembro
se le quedo alzado permanentemente, Paco me juraba y me perjuraba que todo era
cierto, me enseñaba como se le erizaban los vellos del brazo y que si yo no le
creía, él me rajaba, (no tuve opción, con Paco no se juega), a todo esto al
difunto Lucas lo tuvieron que meter en la caja, con el consiguiente problema,
la caja no cerraba a causa de su falo empinado, la viuda con la pena contraída
no quiso tocarlo y la madre de Paco se ofreció con permiso a su hermana a
partirle el nabo, Paco explicándolo con pelos y señales, relataba como su madre
agarró con las dos manos el mandril y lo torció con todas sus fuerzas a la que
gritaba: “no vas a entrar tu ni ná en la caja Lucas”, atrancándolo dentro.
En conclusión pártete el nabo antes de morir.
- PACO EL CYBORG
Paco siempre se paraba hablar conmigo cuando iba a recoger las chustas de los cigarros que la gente apagaba en los ceniceros de la entrada del centro comercial, ese hombre no tenía nada pero su felicidad era más grandiosa que la del resto de gente adinerada que paseaba frecuentemente por allí, se acercó a mí con un puñado de colillas en la mano, agarrando una tintada de pintalabios rosa, se la encendió y empezó a fumar el poco tabaco que le quedaba, diciéndome: “ mira le estoy besando los labios a una títi jiji” mientras apretaba los labios gesticulando un beso, yo me reía por dentro pero más que nada por ver cómo sus labio escondidos entre el bigote se habían coloreado de rosa fucsia. Paco era genial, no le preocupaba nada, “¿sabes que tó los días me follo al Sevilla?” me dijo, ¿y eso? conteste yo, “porque mi mujer es Sevillista jajaja, yo soy verderón, de su Majestad Real Betis Balompie”, dirigiéndose en voz alta al resto de personas de nuestro alrededor “que me follo tó los días al Sevillaaaaa, que lo sepáis”, repentinamente frunció el gesto de su cara con dolor, ¿qué te pasa Paco?, resopló…” tengo la rodilla fatal, si tú supieras, estoy reconstruidos de retales de metal”, lo observé haciéndole un reconocimiento con mi visión de rayos X, pero no aprecié nada fuera de lo común, “¿qué te pasó?”, contestándome, “ con mi primer sueldo de futbolista me compre una moto, me duro 2 meses, iba a carajo sacao y me estampé contra un contenedor de basura, me parti 4 costilas, tibia y peroné de una pierna, la rodilla de la otra, la clavícula y me abrí la cabeza, no me maté gracias a Dios, pero aquí está el tío, lleno de hierros y tornillos, ¿no te lo crees?, Paco siempre dudaba de mi credibilidad y me amenazaba, supongo que son tácticas callejeras para sobrevivir,” mira que te reviento” me decía, mirándome fijamente y cerrando el puño, el media 1,56 cm y yo 1,82 cm, yo no le faltaba al respeto pero me daba miedo que se le fuera la pinza abalanzándose sobre mí, porque podía desmontar aquel cyborg con un sólo empujón, eso sí en defensa propia; para crear énfasis a su historia Paco se golpeaba con el puño cerrado la placa que tenía interna en la cabeza...”pero, pero, Paco tranquilo que te creo”, no le basto con esa demostración, Paco comenzó a dar cabezazos con su frente contra la valla de madera, “ Paco..Paco… ¡para!, te vas hacer daño”, él seguía dale que dale mientras yo intentaba detenerlo, era indestructible, no sé qué médicos ni tecnología reconstruyeron a ese hombre, pero con el alcohol que bebía, lo que fumaba, la suciedad, los gérmenes que lo envolvían y esa estructura metálica interna me encontraba ante el humano más resistente del mundo, ahora entendía cuando me decía que le pegaban grandes palizas, se levantaba gritando y todos echaban a correr, estaban frente a un titan callejero, Paco el cyborg.
Me he levantado con la duda de si contar mi historia en
Sálvame Limón, Naranja o Delux pero la voy a contar directamente por aquí,
gratuitamente, soy un chico torpe para los negocios. Estaba presenciando la
salida de La Macarena en la Madrugá sevillana, llevaba más de doce horas por
Sevilla presenciando pasos, un esfuerzo por mi parte ya que me postulo
agnóstico, ósea hay que aplaudir a eso pobres pies que me mantuvieron todo el día.
Yo estaba subido en el bordillo de una acera de una avenida para ser más alto
de lo que soy, frente a mí, discernía un pasillo de tránsito de personas de mas de tres metros de ancho, cuando de repente me percaté que paseaba
frente a mí Sanchez Dragó con una acompañante mucho más joven que él,
denominada más adelante en el relato por mí como “la chiguata”, para muchos los
tortolitos paseaban desapercibidos en la muchedumbre.
Pasado unos minutos noto una presencia justo detrás de mía,
me giré con descaró apreciando sin querer el escote de la joven escuchimizá acompañante
de Sanchez Dragó, estábamos aglutinados y fue inevitable, los senos se
apoderaron de mi campo de visión, al retornar mi postura, cómo el que no quiere la cosa empecé a notar
presión en mi espalda, un empuje cada vez más vigoroso hasta notar el apoyo de
una cabeza en mi escápula izquierda, de tanto forcejeo desistí en mi
resistencia y pensé “a lo mejor quieren pasar”, cedí y gire mi cintura hacia la
derecha dejando hueco por mi lado izquierdo hasta que inesperadamente veo caer un
cuerpo inerte rígido hacia el vacío desde el escalón, intente en vano
sujetarla, se me escurrió de las manos como lisa mojonera de la bahía, se golpeó
en toda la cara contra el suelo. La levanté del suelo como pude sin ayuda de
Dragó, lo observé y llevaba los morros pintados de rosa de los besuqueos que se
había pegado con la “chiguata”, parecía estar en otro mundo, aprecié que
carecía de reflejos ni reacción y sonreía por los efectos de alguna sustancia,
sus pupilas estaban dilatadas e inyectadas en salmorejo. Justamente pasaba un vendedor de agua y digo:
“hay que darle agua a esta mujer”, Dragó me miro como diciendo págala tú, y yo
lo miré pensando: “en eso estaba yo pensando”, en el duelo tenso de miradas le
obligué que le comprará el agua a su acompañante porque para él la escuchimizá no
era de su incumbencia. Mientras ella saciaba su sed hasta llegar a arrugarse la
botella de la despresurización que ejercía su ansioso pimpleo, observé al
escritor cómo miraba el paso de Nuestro padre Jesús de la Sentencia y de vez en
cuando miraba a la chiguata como diciendo “vaya tela el espectáculo que estamos
dando”. Se levantaron y desparecieron con un balanceo al ritmo de los tambores,
al cabo de cinco minutos a diez metros escuché un murmullo y veo a Sanchez Dragó
y a su acompañante enmarañados en el suelo, la estaban liando en su particular
madrugá bajo los efectos de alguna sustancia nociva, seguidamente se
levantaron, ella era los más parecido a un flan en un seísmo de 5,4 grados en
la escala Richter. Cambiaron de posición para no seguir llamando la atención, se
escuchó otro murmullo, entre la multitud la “chiguata” estaba otra vez en el
suelo con las patas para arriba, esos dos pobres nazarenos merecían una saeta
desde un balcón, el espectáculo competía con el balanceo extraordinario de
Nuestro padre Jesús de la Sentencia, uno no sabía para donde mirar, si admirar a
la escultura o desencantarse de la cultura.
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