- Buceando en la mar de arena
Remojado en el océano y arrugado como una tortuga vieja, decidí lanzarme a explorar la otra playa, la que nadie en su fondo conoce, cansado de ver a buceadores en el mar, pensé, ¿por qué no bucear en la otra orilla del mar? esa fue mi pregunta, en la arena, en el litoral.
Poco a poco fui saliendo desde dentro del mar hasta llegar a tener agua a la altura de mis tobillos, me coloqué las gafas de buceo, el tubo, respire profundamente, cerré los ojos y me lancé de cabeza en la orilla, nadie antes había explorado aquel mundo, quería explorar algo nuevo y desconocido, la locura se me apoderó. Lo mas probable era estamparme en la arenisca de un tortazo, pero convencido y atraído por el misterio, cerré los ojos, respiré profundamente y me lancé, de momento noté la fricción de las partículas de arena por mi cara, una sensación de quemazón por todo mi cuerpo; me estaba sumergiendo en la arena de la playa. Torcí la mirada hacia la orilla que dejé a mis pies, contemplando un inmenso espejo, comenzaba en la orilla y acababa en el infinito hacia lo más profundo del mar.
Me encontraba aleteando bajo una multitud de pinchos incrustados desde la superficie, en el interior de aquel nuevo mundo descubrí una especie de furúnculos, unos cilindros anaranjados de algodón que invadían todo aquel piélago de arena. Fatigado me dispuse a coger una bocanada de oxigeno de la superficie, mis movimientos eran lentos, el roce de los granos de arena me exfoliaban la piel, una sensación desagradable pero que en definitiva me animaba a seguir navegando por aquel mar de arena, mirando el lado bueno al finalizar mi travesía tendría un cutis inmaculado.
Asomé el tubo por la superficie con cuidado y eché un vistazo sigilosamente por la superficie, no quería llamar la atención de aquella especie invasora, me sujeté en uno de los muchos pinchos que se divisaban; observé a una familia numerosa que únicamente hacia comer, arrojando sus sobras a lo más profundo, huesos de aceitunas, cascaras de pipas, pero lo más asombroso fue cuando la matriarca de la familia comenzó a cavar un hoyo, abriendo una puerta paralela de acceso a mi mundo, agarró a su crío en posición fetal ayudándole al pequeño a echar un zurullo, aquel mojón descendió cerca de mí, sin tubo ni gafas de bucear, fue mi compañero viaje durante todo el recorrido.
En la superficie flotaban numerosos manteles de colores, se tumbaban en ellos para no quemarse, la mar de arena tenía sus inconvenientes, ardía y era asfixiante. Estaba agobiado no podía aguantar más en aquel lugar, había visto lo suficiente, la contaminación irrumpía aquel litoral. Con el sofoco se me empañaron las gafas de bucear, nadé hasta llegar a la orilla, hacia el comienzo de aquel inmenso espejo, me detuve delante de él durante unos segundos, pude observarme reflejado en aquel estercolero contemplando la mirada triste de aquel buzo, una mirada penetrante dónde se evidenciaba la decepción, la decepción de la especie humana que todo conquista y destruye.
Me dispuse a cruzar al otro lado, sólo quería refrescarme, desempolvarme de aquella desagradable experiencia, pero me topé con el espejo, esta vez no podía atravesarlo. Me estaba quedando sin oxigeno y estaba abrasado, la ansiedad era agonizante, en ese mismo instante comprendí cómo se siente un cangrejo en un cubito de la playa o un pez en una red.
La naturaleza me había raptado de por vida, ella pretendía mostrarme todo aquello que sucedía a los pies del ser humano, hasta el fin de mis días buceé por aquel muladar, triste y prisionero en la mar de arena.
- Al filo de mi mente
Estábamos de viaje de
carretera y no teníamos un cuchillo para cortar la fruta de la niña,
aguacatequito y perita, puuuf…-¿qué hacemos?
-Anda, vete y compra una navaja en la gasolinera.
Ya me ves a mí que soy especialito de mente, yo y mi mente (el burro
delante): siempre he pensao que la persona que compra una navaja en una
gasolinera puede acabar robando en la gasolinera con esa misma navaja algo paradójico
y absurdo, pero siempre lo he pensao, lo más normal es que piense que eres un
asesino, ¿Quién necesita una navaja a mitad de un trayecto?
Como yo siempre pienso lo que los demás creo van a pensar y además pienso
lo que van o pueden contestar convivir conmigo mismo es algo cansino, pero
finalmente ni piensan lo que pienso ni contestan lo que creo que contestaran,
ya me ves a mi antes de que ocurra nada loco perdió con cara de un matemático
estreñio con sudores fríos,… pensando en vano aceleradamente porque ya estoy
pensando anticipándome mentalmente con preguntas, respuestas y pensamientos
absurdos que todavía no han ocurrido y ni ocurrirán en la vida, porque solo mi
mente piensa así, va a toda máquina pensando lo que pueden estar pensando los
demás y a mí no me da tiempo a pensar lo que yo verdaderamente tengo que pensar
y parezco retrasao contestando a preguntas muy simples y es porque he estado dedicando
un tiempo absurdo a meterme en l cabeza de la otra persona, por eso cuando
contesto, llego tarde y sin tiempo de madurar las respuestas, respondiendo
gilipolleces, pareciendo más tonto de lo que soy ...pues atento y prepárate
relajadamente sentadito a observarme, la destornillante comedia de la mente de
WuangHoze.
Entro en la gasolinera a comprar una navaja…no te pierdas ni un segundo, yo
ya estoy haciéndole ver al gasolinero que no es mi intención atracarle
inmediatamente tal como me venda la navaja...comienza el espectáculo.
-Buenas tardes, ¿me vendería una navaja?
-Si claro elije una de las que tienes en el mostrador de caza…
-No hombre noo… ¿no tiene una con sus bordes redondeados que no corte?
-A ver, yo tengo cuchillos de untar de cafetería como este, (me da uno en
la mano) … pero no se venden.
-Puuufff esas de caza es que cortan mucho, yo….yo… ¿no tiene alguna más
chica que no corte?
El hombre se estaba asustando más que si le comprara una espada de esas de
descuartizar jabalís, el hombre no entendía nada y yo no quería que pensara que
le podía robar, que no era mi intención, pero… ¿Quién compra un machete en una
gasolinera de paso?, eso solo lo puede hacer un asesino.
-Mira es que…no tienes una como esta…que no corte…
De repente entra por la puerta mi mujer seccionando la inútil conversación
entre el gasolinero, mi mente y yo… - ¿todavía estas así? es que siempre
igual-…desenfunda una pistola y le abre el cráneo al gasolinero de un disparo y
se vuelve al coche refunfuñando...- !es que siempre igual mi maridito dándole
vueltas a todo¡ …ahí me ves sarpicao con gotas de sangre toda la cara con un
cuchillo de untar mantequilla en la mano.
Cuando vuelvo al coche le digo…- ¿Pero la niña ha merendao?
-Po clarooo, si es que tardas una eternidad, ¿Por qué no has comprado una
navaja y yasta? eres increíble siempre te pasa lo mismo hijo.
-Y como la has pelado?
-Pues se la he dado a bocaditos míos y el aguacate lo he abierto por la
mitad con el borde del cristal de la ventanilla, ¡perfecto me ha salido!, es
que hijo siempre te da cosa tó, venga vámonos ya.
Es simple y para mi imposible
- Desde un lugar perdido de África
Desperté y quise yacer otra vez, estaba maniatado y tumbado en el suelo con la rodilla de un individuo clavada en mi oreja, ese ser dejaba caer todo su peso sobre mi cabeza, me levantaron entre tres personas, agarrándome sin quererme tocar, llevaban mascarillas y guantes, me sentía un apestado, una rata, un enfermo al otro la del mundo.
Antes de saltar la valla me establecí en el monte Gurugú, desde lo más alto se divisaba la ciudad de Melilla, malviví acampado a la espera de mi oportunidad, estuve subsistiendo menesterosamente noche tras noche cubierto por una lona de plástico que me llegaba por las rodillas. Las noches eran álgidas acompañadas de un fuerte viento que se encañonaba por su paso por el Estrecho. Junto a mis compatriotas estuvimos esperando el momento más preciso, mi impaciencia era enfermiza tras poder sobrevivir a una de las redadas de la gendarmería marroquí, presencié como apalearon y apresaron al resto de desgraciados que deambulaban por el monte. Sabía que tarde o temprano volverían a por nosotros.
En ese mismo instante tuve un recuerdo, una misma imagen de aquel técnico agarrándome el dedo, ya había experimentado esa sensación antes, con tan sólo cinco años un técnico sanitario de una organización internacional ya me había escaneado las huellas dactilares en un registro de vacunación donde el sistema informatizado sustituía el papel. Sin tener conocimiento hasta ahora, ellos ya me habían fichado para cuando ocurriera algo así, de esa manera ellos ya podían saber el país de procedencia de aquella persona. Ignorante de mí, todo encajaba, ellos verdaderamente se preocupaban por registrarnos y nosotros pensando que nos estaban ayudando, en cambio estaban recopilando información para controlar el flujo migratorio de sus fronteras en el futuro.
No sé dónde estoy ni dónde ir, pero no habrá barrera que me detenga. Una vez tuve un sueño, nunca dejes de soñar, lucha por lo que más quieres y adelante con ello.
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